2 maneras de morirse: para la vida eterna o para el prusés infinit.
Els catalans senzills ens estimem més la primera. Porque sabemos que el nacionalismo es una ideología del siglo XIX, una simplificación artificiosa de la realidad, emancipada de la experiencia, que funciona como una religión. A esta ideología deben someterse todas las facetas de la vida humana, desde el fútbol a la educación. Todo debe rendir culto al idolillo lanació, un sucedáneo que -como insinuaba Toynbee– no es más que una religión antigua y siniestra que diviniza a la colectividad humana.
Morir para ver: el nacionalista muere implorando el efímero «recuerdo» de los suyos, e invocando el poder de l’idolet mediante un símbolo político cuyo inventor firmaba «Mori Espanya». El català senzill mor «cristianament», els seus demanen humilment «oracions» perquè «al Cel sia (A.C.S.)», y encabezan sus ruegos con el símbolo amoroso de la…
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