La ex consellera miente cuando niega presiones sobre los «voluntaris» del buti.
Es lo que tiene convivir tanto tiempo con Artur, el trilero del carrer Tuset, que se te pegan sus malas artes. Irene Rigau ha declarado que el butifarrèndum fue obra de voluntarios (bé, uns voluntaris als que la Generalitat va regalar 13 milions d’euros) y que no existió presión de ningún tipo sobre nadie. Todos los directores de colegio e instituto estuvieron encantados de abrir sus centros para el buti del 9-N. Y nosotros vamos y nos lo creemos, oi Irene?
Cuando más satisfecha estaba la Rigau de su «astucia», va y aparece Dolores Agenjo, la heroica directora de un instituto en L’Hospitalet, para explicarnos que eso es una mentira: que sí existireron presiones desde la Generalitat y que los «voluntaris» eran gente que no quería que la entonces consellera Rigau los incluyera en ninguna lista negra
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