Salvador Giménez Valls, nuevo obispo de Lérida, define muy bien el reto de la Iglesia en Cataluña.
El nacionalismo es una ideología del siglo XIX que, como todas, funge de religión laica. Todas las potencias y sentidos del ser humano deben dirigirse a lanació, que debe considerarse fuente de vida y personalidad (vean aquí decir a uno se Súmate como el separatismo da el “ser” a la gente). Los vínculos familiares, regionales, históricos, sociales, culturales o profesionales quedan sometidos a lanació. También los religiosos: para el nacionalismo, la religión no vale por ser verdadera, sino en cuanto manifiesta el espíritu nacional del pueblo. El principio espiritual que aglutina a las naciones es suplantado por la ideología nacionalista.
Pero el nuevo obispo de Lérida no pica. El magnífico portal Religión en Libertad recoge unas recientes palabras del prelado:
“Pero cuando [el pueblo] se acentúa demasiado…
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